Ríete... estás aprendiendo!
por María Soledad Aguilar
Desde pequeños nos han enseñado constantemente la importancia de tomarnos la vida en serio casi al punto de diluir el valor que el sentido del humor trae a nuestras vidas.
La docencia es un trabajo serio, lleva explícito la responsabilidad de educar a nuevas generaciones, de construir conocimiento, de desarrollar en los niños y jóvenes las habilidades y valores que necesitan para su vida y para ser competentes y funcionales en la sociedad en la que se desenvuelven. Nuestro punto de partida no va por aquí pues todo esto lo tenemos claro; sin embargo, es necesario darle al humor el valor que merece y darle cabida en la educación. Consideremos por un momento cuál fue el profesor que más recordamos, comúnmente llegarán a nuestra memoria maestros que supieron darnos retos o aquellos que convirtieron la experiencia educativa en algo divertido.
En este punto quiero tomar otra profesión El COMEDIANTE no con ánimos de equiparar estas dos profesiones pues cada una tiene su objetivo claro, pero sí con la idea de rescatar los aprendizajes que los docentes podemos adquirir si afináramos los sentidos para aprender de ellos.
La comedia podría definirse como una forma de comunicación que se fundamenta en el conocimiento y la experiencia, con esta definición empiezan a aparecer grandes semejanzas con la labor docente, el comediante debe utilizar en su profesión algunos recursos que son útiles para el profesor en el desarrollo de una clase; por ejemplo, el comediante debe utilizar un lenguaje sencillo, al igual que el maestro para transmitir la información.
De los famosos stand ups podemos sacar otra idea, preparar información de modo que sean unidades concisas, breves y con contenido entretenido, un docente de igual manera al dirigirse a los niños, el aprendizaje debe ser breve, conciso y si es entretenido asegurará aprendizajes significativos. También es necesario para un buen comediante así como para un buen profesor ser capaces de percibir el ambiente de la audiencia o de la clase sea cual fuere el caso, para utilizar las estrategias adecuadas y dar los giros necesarios para no aburrir a la audiencia/estudiantes, de modo que pueda combatir la falta de atención, para el caso del comediante, a través del humor; el maestro igualmente busca sus estrategias para este propósito, es por esto que aquí proponemos esta particular estrategia:EL HUMOR.
El neurólogo Scott Weems menciona que el humor es un gran aliado para el maestro ya que es un mecanismo cerebral de procesamiento psicológico; es decir, es una manera de asimilar lo complejo y predisponer el cerebro positivamente para la adquisición de aprendizajes. Se han rescatado varios beneficios del humor en el aula:
- Un recuerdo unido al humor es más fácil de recordar
- Se enriquece nuestra relación con el lenguaje, con el que muchas veces se realiza juegos de palabras para contar chistes.
- Se entienden mejor otros puntos de vista diferentes a los nuestros, desarrollando la empatía.
- Proporciona cercanía entre profesor y alumnado y un ambiente más relajado.
- Se abre canales de comunicación efectiva.
Muchos se preguntarán por una clara diferencia, un monólogo cómico no va mas allá de 30 minutos y el diario labor del docente va por sobre las 6 horas; entonces cómo se puede equipararlos?. No hay afán alguno de querer convertir el aula en escenario para comediantes ni preparar las clases como si se tratara de armar de un guión cómico; la idea por otro lado, es revalorizar el humor como parte esencial del ser humano y aliarlo al labor docente como una estrategia de aula.
Foto de portada diseñada por: http://www.freepik.com