Todo comienza con un cambio de mentalidad
por María Soledad Aguilar
La educación es un proceso en constante evolución y transformación, que requiere no solo de nuevas metodologías y tecnologías, sino también de un cambio en la mentalidad y en la vocación de los educadores.
La transformación de la educación no puede ser vista como una tarea individual, sino que debe ser abordada de manera colectiva, involucrando a todos los actores del proceso educativo.
Es importante que los educadores dediquen tiempo y espacios para trabajar en su crecimiento personal y profesional, para que puedan ser agentes de cambio efectivos en la educación de sus estudiantes. La transformación profunda que se busca no dependerá de los métodos y técnicas que se utilicen, sino de la capacidad de los educadores de cambiar su mirada respecto a los alumnos y a ellos mismos.
Si un educador todavía pretende competir en saberes con Google, y ser el centro del conocimiento para sus estudiantes, va a conducir procesos de enseñanza y aprendizaje muy frustrantes, poco eficientes, y nada significativos.
La transformación de la educación desde dentro implica la necesidad de trabajar en nuestra interioridad y vocación como educadores. Esto implica momentos de reflexión y análisis, donde seamos capaces de cuestionar nuestras propias creencias y supuestos sobre la educación y el aprendizaje. De esta manera, podremos entender mejor las necesidades y características de nuestros estudiantes y adaptar nuestra práctica educativa en consecuencia.
La transformación de la educación también implica el trabajo en equipo y la colaboración entre los educadores, ya que solo así podremos abordar los desafíos y problemáticas educativas de manera efectiva. Debemos estar abiertos a nuevas formas de enseñanza y aprendizaje, y estar dispuestos a dejar atrás prácticas obsoletas que ya no son efectivas. La sociedad ya no requiere más mentes en competencia sino equipos inteligentes creando, diseñando actuando y reflexionando sobre la educación.
El camino hacia la transformación de la educación no es fácil ni rápido, pero es necesario si queremos crear una sociedad más equitativa y justa. Debemos tener el coraje de zarpar sin miedo y de abrazar el cambio, regalándonos espacios de profundidad y sentido personales y de equipo. Solo así podremos construir la nueva escuela que soñamos, donde el aprendizaje sea un proceso significativo y enriquecedor para toda la comunidad educativa.