Hablando a destiempo
por María Soledad Aguilar
Para muchos jóvenes en la actualidad, hacer e incluso recibir llamadas trae consigo sentimientos de ansiedad; pues hacer una llamada la consideran intrusiva y recibirla lo asocian a una emergencia.
“Las llamadas ya son sólo para emergencias” esto es lo que afirman muchos jóvenes y muchos otros se escudan en pretextos para no tener que hacer llamadas telefónicas o atenderlas, pero lo cierto es que a esta generación de jóvenes las llamadas les parecen una intromisión y por eso las evitan, la mensajería y las plataformas asíncronas, en las que no es necesario que coincidan en el tiempo los dos interlocutores, son más usadas por esta generación pues les resulta “más fácil, cómodo y menos intrusivo”, según indica el catedrático Enric Soler, de la Universidad Abierta de Cataluña
De un estudio realizado los jóvenes consideran que una llamada consume mucho tiempo, en una sociedad que esta al ritmo de un click puede resultar hasta obsoleto. Pero ¿qué tanto se están perdiendo las habilidades comunicativas presenciales y sincrónicas en la actualidad… y más si sumamos la situación de encierro y aislamiento producidos por la pandemia? los jóvenes perciben la llamada tradicional como una estrategia comunicativa arriesgada, porque en una llamada no pueden borrar las palabras pronunciadas en vivo dentro de una conversación. Sin duda las estrategias comunicativas y sociales que usamos en situaciones sincrónicas difieren a las utilizadas en escenarios sincrónicos.
Y si a todo esto sumamos la popularización de videollamadas que aumentaron notablemente durante y tras la pandemia surgen nuevos conflictos para esta generación ya que las videollamadas necesariamente les obligan a mostrarse en vivo, sin filtros, viéndose a sí mismos con todos sus eventuales defectos y en la pantalla de todos los demás. Están sensaciones de nerviosismo, cierto pánico escénico, estrés y menos productividad antes de una reunión, son algunos de los factores que los expertos han bautizado como Ansiedad Zoom.
Es importante aclarar que no se trata de un problema comunicativo, porque disponen de recursos para hacerse entender, sino que es un tema de hábitos, que puede reducir el abanico de competencias comunicativas.